Sin que sirva de precedente

Por una vez y, posiblemente, sin que sirva de precedente, los políticos han resuelto un problema en cuanto se les ha demandado solución. Desde hace un tiempo, el numeroso colectivo de sanitarios españoles que trabajan en Portugal se quejan insistentemente de la persecución de la que son objeto por la Guarda Nacional Republicana portuguesa debido a sus coches con matrícula española, imponiéndoles multas costosísimas por no matricularlos en Portugal, aun cuando los facultativos tengan la residencia en España. El motivo, el carísimo impuesto de matriculación luso, que dejan de cobrar sus autoridades.

Pues bien, con motivo de la celebración estos días de la Cumbre Hispano-Lusa, el primer ministro portugués ha reconocido lo injusto de la situación y se ha comprometido a cambiar la legislación, suponemos que a instancia del presidente Zapatero. Justo es de reconocer al mandatario luso, al que le ha tocado la parte dura del acuerdo (reconocer la injusta situación y renunciar al dinero), su gesto, que no deja de ser sencillamante, como en el caso del presidente español, realizar correctamente su trabajo. Pero es que, entre tanta majadería, hasta es agradable un hecho así, aunque uno sea escéptico de que se vuelva a repetir.