¿Estos nos pagarán la pensión?

Como se podía temer cualquier vigués que se pase un sábado por la noche por las inmediaciones del botellódromo vigués, a.k.a. Praza da Estrela, este pasado sábado un centenar de niñatos se pelearon entre ellos y con cualquier agente de Policía que se les cruzara por enmedio. ¿El motivo? Estoy seguro que no lo saben ni ellos: posiblemente se habían bebido hasta el agua de los floreros y, si me apuráis, de los charcos. Me da que con esta generación, el fenómeno borrachuzo pasó de la delgada línea que separaba la existencia de un colectivo como otro cualquiera entre los jóvenes (es decir, los alcohólicos o potenciales) y la necesidad de seguir una moda: si no bebes, ya no eres guay. Ay, una cosa es que todos (y todas) vayan vestidos igual (ellos de macarras y ellas... mejor no lo digo), que tiene solución con la edad y eso de madurar, y otra bien diferente es hipotecar el único hígado que tenemos y, de paso, la única cara que te pueden partir en cualquier reyerta. Y estos señores están jugando con su futuro, que ya es bastante, pero de paso también con el del país entero (¿estos van a ser honrados y esforzados trabajadores?) y de nuestros futuros jubilados (¿nosotros?).

Dos notitas para la esperanza: se sigue avanzando en el arrinconamiento de la publicidad del alcohol en los medios de comunicación y la población española sigue creciendo: cinco de cada seis nuevos ciudadanos provienen de fuera de nuestras fronteras. Por mucho que les pese a algunos, visto el género local, nos van a dar la vida.