¡Gracias, Finisterre!

Me entero hoy leyendo el Faro de Vigo del fallecimiento el pasado 9 de febrero del inventor del futbolín, Alejandro Campos Ramírez, más conocido por Alejandro Finisterre. Leyendo en Xornal.com una reciente entrevista se puede comprobar que el creador de tan apasionante juego llevó una vida no menos emocionante: herido en Madrid en la Guerra Civil, lo que le impulsó a concebir el fútbol de mesa, perdió la patente de su invento en su camino al exilio en Francia. Huido a América, conoció al Che Guevara e incluso fue protagonista del primer secuestro aéreo de la historia, según sus propias palabras. Por si fuera poco, fue el albacea del poeta León Felipe y miembro de la Real Academia Galega.

Sin duda, su principal herencia será su principal invento, ese fubolo que tantas horas entretuvo (y entretiene todavía) a tantas generaciones, entre ellas la mía propia: no concibo mi adolescencia con los descansos en el instituto en el salón recreativo más cercano, forzando el momento de volver a clases para jugar la enésima partida, ni los fines de semana pasando horar y horas jugando a siguientes o quinielas por sólo -qué tiempos- cinco duros cada partida.

Desde aquí y en nombre de los integrantes de esta bitácora, ¡gracias, Finisterre!