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> 26 de febrero de 2009

Falsedades, miedo y suciedad en campaña

Llega el final de la campaña electoral en las Elecciones al Parlamento de Galicia y no se puede tener peor balance: una mezcla de falsedades, miedo y suciedad. Una palabra para cada partido de los actualmente representados en Santiago.

Falsedades. Las propuestas más solemnes, generalistas y trascendentales de campaña las ha hecho el PPdeG: bilingüismo en las escuelas y reforma de la Ley Electoral. En cuanto al primer caso, cierto es que Feijóo aclaró lo suficiente que no pretende dar libertad de elección a los padres para escoger la lengua en la que se eduquen sus hijos, sino hacer un reparto fijo de asignaturas y decidirlo "encuestando a los padres". En la práctica, sin embargo, apoya las iniciativas y manifestaciones del colectivo Galicia Bilingüe, que pretende algo, en la práctica muy diferente, que nunca llevará a cabo por sus elevados costes (duplicaría recursos), además del asombroso hecho de crear dos educaciones diferentes en el mismo territorio. Por tanto, Feijóo utiliza una corriente de opinión nada despreciable para atraer un electorado al que nunca satisfará: los está utilizando, en una palabra.
Por otra parte, promete impulsar un cambio de la Ley Electoral para que el partido más votado gobierne. Una vez más, palabras vacías: 1) impulsar signfica que no tiene capacidad ejecutiva para ello (no puede hacer más que influir); 2) las elecciones son para escoger representantes, no para elegir presidente, si quiere elecciones presidenciales, ¿por qué no propone un sistema de > 50% o doble vuelta? 3) ignora que la suma la suma PSdeG-BNG sumó un 52% de votos en 2005 (¿alguien conoce a algún votante de PSdeG o BNG que esté en contra del acuerdo? ¿Tienen o no los gallegos el gobierno que decidió la mayoría?); 4) el PP a nivel nacional participa, influye o influirá en otros gobiernos autonómicos siendo minoritario y sin apoyar la lista más votada, por lo que predica esto allá donde le interesa.
En resumen, para aquellos que les suenen de sentido común estas grandes propuestas, que sepa que solo se las dicen para camelar sus oídos.

Miedo. Desconozco si ya estaba planeado desde el principio, pero resulta llamativo que, a una semana de la cita electoral, el PSdeG dé un giro radical a su estrategia de campaña, centrada hasta ese momento en la adoración al líder con su "Touriño. O Presidente" (se ve que a falta de carisma, había que fabricarlo), por una basada en el miedo, en la misma línea que el PSOE de González antes de 1996. Resulta, además de ser mal gusto, preocupante que los socialistas se descuelguen con carteles y cuñas caricaturizando al rival electoral de paso que nos traten de asustar con la vuelta del lobo. ¿No pueden presumir de gestión? ¿No tienen propuestas que darnos? ¿Es posible que crean que el electorado solo se moviliza en contra de? Y luego se quejan de que su error es no haber sabido explicar su gestión de gobierno. Por suerte, no han podido escapar a un merecido escarmiento en forma de sabotaje.

Suciedad. Denuncia el candidato del BNG Anxo Quintana que esta ha sido "la campaña más sucia y rastrera de la historia de este país". Naturalmente, se refiere a los sucesivos ataques de los que ha sido objeto. Realmente es posible echar abajo una gestión magnificando errores o hechos insignificantes (que se lo digan al exministro Bermejo), ocultando los verdaderos temas de los que se deberían hablar. Entre el incidente del mitin trampa (posteriormente explicado por el vicepresidente) y la ya famosa foto del yate (que resultó la interesada reaparición de un hecho ya conocido desde hace nada menos que cuatro años) no nos percatamos que nada se habla de criticar la acción de gobierno, sino cuestionar oportunamente al líder, especialmente desde un partido metido en verdaderos embrollos (espionaje, corrupción, y todo ello en los tribunales). ¿No habrá cosas que criticar de sus decisiones políticas como para hacer campaña con todo esto?

Resumiendo, no dudo que cada partido y candidato habrá glosado en mítines sus diferentes propuestas electorales, pero el foco de los medios y, a veces, de los propios políticos, se han centrado en el humo, la descalificación y la manipulación. Esta vez, además, más que nunca.

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